Historia del Tomate
De venenoso a imprescindible

El tomate llegó a Europa seguramente con Hernán Cortés tras la toma de Tenochtitlan en 1521. Cuando los conquistadores llegaron al Nuevo Mundo, este fruto ya estaba plenamente integrado en la dieta azteca, pero se cree que su cuna no está en México si no en la región costera de los Andes.
Tras su llegada a Europa, los españoles los plantaron por Oriente Medio y el resto de sus colonias, incluyendo las Filipinas, siendo esta una posible puerta de entrada a Asia. De Europa llegó también a Estados Unidos y Canadá.
Cuando el tomate llegó a España, era un fruto pequeño del tamaño de una guinda y se empezó a usar como planta ornamental en vez de como alimento. Una de las razones era porque se consideraba venenoso y afrodisíaco, habiendo cantidad de conjeturas respecto a sus propiedades. Es también probable que los primeros tomates que llegaron a España fueran de color amarillo. Quizá sea esta la razón por la que el botánico italiano Piero Andrea Mattioli catalogó al tomate como pomo d’oro (“manzana dorada”) y lo incluyó dentro de la misma familia de las solanáceas. Esto contribuyó a la creencia del tomate como fruto tóxico, pues a esta familia pertenecen plantas venenosas como la mandrágora o la belladona. Esta última incluso presenta unos frutos bastante parecidos a pequeños tomates.
Otra teoría es que la supuesta toxicidad del tomate estuviera relacionada con el material con el que se hacían los cubiertos y platos de la época. En el caso de las clases altas, eran de estaño con alto contenido en plomo. Estos materiales, tras el contacto con alimentos ácidos como el tomate, producían una reacción que podían provocar el envenenamiento por plomo. Las clases bajas sin embargo empleaban cubiertos de madera, por lo que no tenían ese problema.
Por suerte, este fruto comenzó a utilizarse de manera cotidiana en la cocina española durante el siglo XVII, tardando casi dos siglos más en adquirir buena fama en el norte de Europa.
Así pues, aunque al principio fuera considerado una rareza venenosa con el tiempo se convirtió en una de las hortalizas más apreciadas del mundo. Sólo en España, contamos con casi 1.000 variedades. Este millar de variedades supone un 10% del total mundial. Dentro de todas estas podemos destacar tomates con gran tradición agrícola como:
Tomate Rosa de Barbastro: Es típica de la comarca de Somontano y actualmente, destacan las variedades cultivadas por la Asociación de Hortelanos del Alto Aragón. Es de los tomates con sabor más dulce y pueden llegar a. ser muy grandes
Tomate Feo de Tudela: Proviene de la localidad navarra de Tudela. Muy rojo por dentro, de carne irregular, pero sin malformaciones. Además, no presenta pepitas.
Tomate Corazón de Buey: También es muy popular en Francia, con el nombre de coeur de boeuf. Su nombre se debe a la forma de cónico saco ventricular que tiene su carne interior. Es tan bueno su sabor, que la forma más popular de consumirlo es al natural, con un poco de sal y de aceite de oliva virgen extra.
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